Tardío homenaje. Pero de no hacerlo mi niño interno me asesinaría a sangre fría mientras duermo.
(No le pido a quien entre que lo lea, sólo tenía que escribirlo)
Desde los once años, cuando no más de un par de libros habían pasado por mis manos, que sigo con devoción y excitación las aventuras de Harry. El orgullo que inspiraba esto en mi en un principio fue transformándose en una especie de vergüenza, injustificada, por supuesto.
Después de leer ese primer libro de la saga, muchos fueron los que llamaron mi atención. Descubrí mi faceta de Lector, y pensé que en algún momento podría ser un Gran Lector (que es lo que ahora aspiro a ser, viendo frustrado todo intento de escribir con cierta belleza). Sé que esto le ha pasado a muchos de los niños que, con dudas y prejuicios infantiles y modernos, toman esos libracos de incontables páginas y los devoran en pocos días, y , además, disfrutan haciéndolo.
La autora de estos libros ha logrado (voluntariamente o no) introducir a muchísimos niños al mundo literario. Que algunos ingresan y otros se quedan en las puertas, con HP como máximo exponente de la literatura y leyendo esporádicamente algún librillo de playa, es cierto, pero los que entran de lleno a ese fantástico mundo, y logran descubrirse a ellos mismos en él, ya no vuelven a salir. Por eso hay que agradecerle a Rowling, y por eso bien ganados tiene sus millones y millones.
Yo aprendí a leer, y me fanaticé, y descubrí lo hermoso que es, y me sentí muy muy bien haciéndolo, todo eso gracias a Harry Potter. Es un fenómeno muy extraño y lógico (analizando casos de varios párvulos conocidos): Un niño que nunca leyó nada agarra un libro «enorme» (250 páginas, aprox.) y lo termina en una semana, se siente todo un erudito, aunque, claro, todavía no sabe lo que esta palabra significa, pero de seguro en poco tiempo lo sabrá. Sus padres muestran un orgullo sobredimensionado y se sienten obligados a alimentar los requerimientos intelectuales de su pequeño «prodigio», allí también se produce una significativa diferencia dependiendo del mentor literario del niño (en mi caso, mi tía, a quien le estaré eternamente agradecido). Hay que saber guiar al niño en este camino, y no todos lo hacen bien (en este lugar del texto había realizado un análisis demasiado extenso y explicativo, por supuesto, lo extirpé sin piedad). En ese momento el chico se siente todo un hombre de letras y quiere leer, lo disfruta y le es fácil (hasta que toma entre sus manitas un ejemplar realmente desafiante y prueba su capacidad real) entonces empieza a crearse este amor por la literatura, este pequeño lector comienza a entrar al mágico mundo de las letras. Ese es el gran logro de Rowling.
Hace poco terminé de leer esta serie de libros, el final podría haber sido mejor, en cuanto a mi gusto literario, pero fue un muy buen libro, el mejor de los siete. Lo disfruté como cuando leí el primero, siete años atrás, cuando sólo había leído El Principito y no sé si algo más.